LA ODISEA (el viaje de Ulises)
Dr. Luis Crispino
Conocido como Ulises en nuestras latitudes debido a la influencia del latín, Odiseo (Ὀδυσσεὺς), personaje épico de la literatura griega clásica, navegó por los actuales mares Mediterráneo, Egeo, Tirreno y Jónico en un viaje lleno de sinsabores, dramas y aventuras que lo conducen a su lugar natal Ítaca, a reencontrase con su familia. Varios historiadores y navegantes han trazado su ruta, la que desglosaremos brevemente.
Si dejamos de lado las discusiones de los expertos, sobre si La Odisea fue escrita verdaderamente por un autor, Homero, o por varios, y se trata de una recopilación de la tradición oral, si procede del siglo VII, VIII o IX a.C., temas apasionantes en sí mismos, el poema homérico, se sitúa en las postrimerías de la Guerra de Troya (en la actual Turquía), y relata el pretendido viaje de regreso del guerrero Ulises a la isla de Itaca, el cual se convierte en una aventura llena de innumerables peripecias, que tiene necesariamente un recorrido marítimo, al cual prestaremos especial atención.
En cualquier caso, podemos imaginar que la travesía se inicia en las costas egeas del Asia Menor.
Itaca (Izaki) una de las islas Jónicas, se sitúa al oeste de Grecia, próxima a Kefalonia en una coordenada aproximada de 38º 17´ N; 20º 38´E. No está muy lejana de lo que fuera Troya, sin embargo, el viaje en cuestión es mucho más largo, tocando distintos puntos a veces muy lejanos del rumbo ideal. De hecho, el relato de Homero quien implora a la Musa la inspiración para cantar la aventura, comienza cuando Ulises se encuentra prisionero del amor de Calipso (Kaluyw) que significa “la que oculta”, en un lugar que algunos sitúan en la península de Ceuta, aunque otros la refieren como las islas de Ogigia, y por tratarse de una isla, y de acuerdo con historiadores como Plutarco y otros que la sitúan en el Atlántico, podría corresponder a las actuales islas de Madeira o Canarias.
Los primeros cuatro cantos se refieren a los intentos de Telémaco su hijo, por conocer el paradero de su padre y las situaciones acaecidas en el palacio de Ítaca durante su ausencia. En los cantos V a XII se cuentan las aventuras del viaje de Odiseo de regreso al hogar.
Las embarcaciones
Zarpando de Troya con doce naves, la flota se va diezmando para concluir al arribo de Ulises con un solo navío. Estimando que el periplo de la Odisea es concomitante con la existencia de los fenicios, es de suponer que los navíos son de caracteres semejantes a las de los descritos para éstos eximios navegantes. Los fenicios, se inspiraron en los egipcios en la construcción naval, pero luego los superaron en ingeniería y en técnicas de navegación. Repetidamente en la Odisea se habla de barcos “cóncavos” probablemente debido a que proa y popa eran alzadas con el propósito de enfrentar el mar sin embarcar agua.
La nave mercante típica era la llamada “Gaulos” por los griegos y tendría entre 25 y 30 m de eslora (unos 80-90 pies), unos 7 m de manga con un calado de 1.50 m. Eran construidas con robustas maderas como encino, ciprés, cedro y boj para las cubiertas.
La propulsión era con una vela rectangular envergada a un mástil central, ligeramente a proa, y sustentada por una docena de brioles que le permitían una buena maniobra, aunque como es de suponer, el ángulo de ceñida era nulo o muy escaso. En tales casos, algunos barcos adicionaban propulsión con una o dos filas de remos, aunque éstos se destacaban en las embarcaciones de combate. Eran calafateadas con brea y estopa lo que configuraba una coloración oscura por lo que Homero se refirió a ellas como “naves negras”. Como una ingeniosa adaptación de las naves egipcias del Nilo, los fenicios desarrollaron un mecanismo capaz de reducir la altura del mástil, que cual una “mano de rizos” daba mas estabilidad a la embarcación en presencia de fuerte viento.
La navegación y sus peripecias.
La narración de Homero no es lineal, por lo que la reconstrucción del viaje de Ulises no sigue estrictamente el orden de los cantos de La Odisea. En la lectura de esta obra, son notables las descripciones de las situaciones náuticas, tal como si el poeta hubiera navegado esas aguas como para conocer tantos detalles, o hubiese contado con relatos de marinos avezados.
La partida de Troya es referida en el Canto IX. ...” De Ilión llevóme el viento al país de los Kikones (tribu que habitaba tracia, Ismara, actual Turquia) ...” y de acuerdo con el trazado de la ruta, teniendo en cuenta que estos barcos navegaban casi siempre de popa o por aleta, es de suponer que todo comienza con un viento sur-sureste. Vale la pena aquí recordar los nombres de los vientos en Grecia, los Ánemoi (gr. Άνεμοι = viento; de ahi viene anemómetro) , que se corresponden con los respectivos dioses hijos de Astreo y Eos, aunque Eolo era el Señor de los vientos por encima de todos ellos. El Nótio o Notos es el Sur. El Bóreas el Norte, el Euro el Este y el Zéfiro, el Oeste. Eventualmente usan combinaciones de los distintos cuadrantes para ser más precisos, aunque Homero generalmente hace referencia a los vientos cardinales.
Ulises y los suyos llegan a Ismara y atacan la ciudad con un brutal saqueo dando muerte a una cantidad de habitantes. Los Kikones, que eran aliados de Troya se reagrupan y plantean una feroz batalla que toma desprevenidos a los aqueos. Luego de este episodio del que debieron huir apresuradamente, Ulises en su afán por volver a Itaca, pone proa sur-oeste con intención de rodear la península helénica. Sin embargo, es sorprendido por un Bóreas (Norte) que desata un fuerte temporal que corre, desviándolo de su ruta y llevándolo hacia las costas del norte de África, hacia un lugar que podemos suponer cercano a la actual Trípoli, el lugar de los “Lotofagos” (los que comen loto) ... “Zeus soliviantó a Bóreas y sobrevino la tempestad... Perdido el rumbo corrían las naves, rotas las velas ... entonces amainamos éstas embarrancando en la playa.” No obstante haber pasado la tormenta el viento siguió del norte forzando a Ulises y su flota a arribar al antedicho puerto africano. Sin esperar mejores condiciones, decide poner rumbo norte-noreste por lo que es necesaria la propulsión a remo. Es posible que la deriva les jugara en contra y los desvió a lo que se puede suponer que es la Campania en la costa oeste de Italia, probablemente la costa Amalfitana, por la descripción que se hace de la misma.
De esta manera llegan a la tierra de los Cíclopes, monstruosos y míticos seres cuya tierra es custodiada por un islote y posee un amplio puerto con blanca arena. En tren de especular podríamos pensar en la isla de Ischia y Nápoles actuales o aún la costa amalfitana. Los peñascos de Sorrento bien podrían ser el habitat del Cíclope Polifemo, a quien Ulises embriaga con vino y ciega con una estaca de olivo incandescente, luego de lo cual se ve impelido a huir en salvaguardia de sus vidas.
Ya en el Canto X, el aedo relata el avistamiento de la isla de Eolia refiriéndose a una de las islas Eólicas al norte de Sicilia, siendo Lípari la mayor, junto con Vulcano, Salina y Strómboli, entre otras más pequeñas. Eolo se había convertido en rey de Lípari al casarse con Cíane, hija del rey Líparo, por lo que de las nombradas parece la más probable.
El dios Eolo le había regalado envuelto en un odre todos los vientos, enviándole un Zéfiro (Oeste) para ponerlo rumbo a su casa, pero como Ulises se empeñaba en llevar el timón todo el tiempo, cayó dormido y sus tripulantes ansiosos por ver que le había regalado el dios, abren el recipiente, lo que provoca la ira de Eolo quien desata un fuerte Nótio (Sur) , expulsándolo lejos de tierra rumbo norte-noroeste que lo arriba a Lestrigonia, habitada por gigantes antropófagos los lestrigones, situada por algunos autores como la costa septentrional de Sicilia y por otros en el norte de Cerdeña. Esta navegación les llevó al decir de Ulises ...” seis días y sus noches sin interrupción ...” Si suponemos que estos navíos harían unos 2 ó 3 nudos, la última acepción es más probable ya que de la costa Amalfitana al norte de Cerdeña hay unas 230 MN en tanto que al norte de Sicilia hay 160 MN.
La experiencia con los lestrigones tampoco fue muy buena ya que allí se perdieron once naves con sus tripulaciones salvándose solamente la de Ulises, que presto, indicó a sus marineros tomar remos y hacerse al mar.
Probablemente en rumbo Este, se dirigen nuevamente a la costa occidental de Italia actual, donde “... Alzóse ante nosotros la isla de Eea, (Αίαία) morada de Circe...” que estaría algo más al norte pudiendo ser la Isla de Elba, la de Giglio o el islote Montecristo. Estrabón la situó en el Monte Circeo pero no hay realmente una isla en ese punto. Asimismo, es posible ubicarla en la isla Dídyme (actual La Salina en las Eolias). A pesar de esto algunos autores la pretenden ubicar en el Adriático, lo que impone una hipótesis totalmente distinta para el viaje descrito en La Odisea.
Circe pretende a Ulises como esposo y aunque éste se rehúsa, pues siempre piensa en volver a los brazos de Penélope, lo retiene varios años. Finalmente, Circe la maga, es convencida y le muestra el camino de vuelta, previo descenso a los infiernos, hacia la morada de Hades y Perséfone para consultar el alma del tebano Tiresias, pidiendo indicaciones para su regreso.
No obstante, esa ruta no está exenta de peligros, y entre ellos, el de pasar entre los escollos de Caribdis y Escila que no es otra cosa que el estrecho de Mesina entre Italia y Sicilia.
Pero antes aún, se enfrentarán a una nueva vicisitud por la proximidad de seres extraordinarios mitad mujer, mitad ave. Debe pasar por la isla de las Sirenas (probablemente una de las islas volcánicas de las Eoilas, Tal vez Vulcano o más probable Strómboli, ya que en el relato se habla de una posible erupción con humo y marejada). Ellas con su canto seducen a todo hombre que por allí pasa, reteniéndolos indefinidamente (la imagen moderna de las sirenas es distinta; mitad mujer, mitad pez). Por lo cual, a la tripulación que aún le quedaba, Ulises tapa los oídos con cera, pero él mismo, para poder oír tan hermoso canto no lo hace. En cambio, se amarra fuertemente al mástil de modo de no sucumbir al encanto. Y aunque estuvo a punto de hacerlo, sus compañeros lo evitan amarrándolo aún más fuertemente.
Enfilan ahora hacia los mencionados escollos de Caribdis y Escila.
“... Detrás de la nave, de azulada proa soplaba favorable viento, gobernábala el viento y el piloto...” tal vez empopando con viento norte. Las indicaciones son precisas: “...En medio del escollo hay un antro sombrío que mira al ocaso y a él preclaro Ulises, debes enderezar el rumbo de la cóncava nave...” en tanto sigue.” ... el otro escollo es mas bajo y lo verás cerca del primero; y a sus sombras se halla la divina Caribdis sobre las turbias aguas. Tres veces al día las echa afuera y otras las sorbe. No te encuentres ahí cuando las sorba porque ni Poseidón podría salvarte si quisiera...” Es probable que se refiera a la marea semidiurna de la zona con varias pleamares y bajamares que puede arrastrar la embarcación hacia las rocas. ...” debes por el contrario acercarte mucho al escollo de Escila y hacer que tu nave pase rápidamente...” Como se ve en otras partes de la obra, esta descripción tan detallada parece venir de alguien que ha navegado esas aguas o ha recibido referencias de primera mano, y en particular por este lugar, conociendo muy bien los secretos para el pasaje. No obstante, en dicho momento, se pierden seis tripulantes que caen por la borda. Luego de este episodio, hacen recalada en la isla de Trinacia (actual Sicilia), y tras un mes de soplar incesantemente el Nótio (sur) allí permanecen.
En la isla abundaba el ganado vacuno y ovino y los tripulantes desoyendo la prohibición de los dioses dieron cuenta de éste para alimento. Pero esta desobediencia de la tripulación encolerizó a Zeus quien urdió un nuevo castigo. Después de calmar el persistente viento, se hicieron a la mar y “... cuando hubimos dejado atrás aquella isla, y no se divisaba tierra alguna Zeus colocó por cima de la cóncava nave una parda nube debajo de la cual se oscureció el Ponto. No anduvo la embarcación largo rato que sopló el estridente Zéifro (oeste y de proa) que desencadenó furiosa tempestad...” En esta tormenta Ulises pierde a toda la tripulación que le quedaba. “...hasta que el ímpetu del mar separó los flancos de la quilla la cual flotó por las aguas y el mástil se rompió por su base... Pronto cesó el soplo violento del Zéfiro (oeste) y sobrevino el Nótio (sur). el que lo lleva de nuevo a los escollos de Caribdis y Escila. Remando con sus brazos Ulises escapa de la situación, pero por nueve días se mantiene náufrago sobre las maderas restos de su embarcación. “... anduve errante nueve días y la noche del décimo lleváronme los dioses a la isla de Ogigia donde vive Calipso la de las lindas trenzas, deidad poderosa dotada de voz...”
Permanece así, de alguna manera cautivo de Calipso por un período que algunos dicen de diez años otros de siete, ya que la diosa lo quería desposar a pesar de la negativa de Ulises. Finalmente, Zeus ordena a Calipso liberarlo y ésta le proporciona madera, herramientas y velas para construir una balsa con la que emprender el regreso a casa.
Se puede originar aquí un punto de polémica, ya que la ubicación de la isla de Ogigia no es fácil de determinar. Si la referimos a la actual isla de Ozoní en la región de Diapontia (del gr. dos mares) en el archipiélago Islas Jónicas, el trayecto queda circunscripto a los mares cercanos a Italia, Grecia y Norte de África.
No obstante, ya Estrabón (ca. 64 a.C), Plutarco (ca. 46 d.C), Viera y Clavijo y el helenista francés Victor Bérard sitúan esta isla en el Atlántico.
Sin embargo, el poderoso Poseidón que nunca perdonó el agravio de Ulises a su hijo el cíclope Polifemo, al verlo navegando hacia el país de los feacios, desata otra tormenta. “... Soplaron el Euro, el Nótio el Zéfiro y el Bóreas...” Es probable que se refiera a una rotación del viento tal cual ocurre en los momentos previos al desarrollo de nuestros pamperos, aunque el viento predominante en ese hemisferio es del norte.
La tormenta pone a prueba nuevamente a Ulises destruyendo su balsa hasta que Ino, la hija de Cadmo, que habita las aguas, le brinda socorro y así vuelve a mantenerse náufrago aferrado a un madero, hasta que llega a la tierra de los feacios (actualmente la isla de Corfú) desde donde el rey Alcínoo le proporciona embarcación y tripulación que lo lleva a la ansiada morada.
Es interesante pues, encontrar en tan importantes hitos literarios e históricos de la humanidad, nuevamente la importancia del mar en la vida de los hombres y volver a comprobar que navegar es una necesidad.
Referencias